Saturday, December 6, 2014

Historia de la música occidental

    Uno de los rasgos que la identifica y hace más atractiva la música occidental es que cuando es estudiada en cualquier escuela, ya sea en Europa o América, su historia muestra una clara línea evolutiva.




[caption id="" align="aligncenter" width="800"]La historia de la música occidental La historia de la música occidental[/caption]

La historia de la música occidental (también conocida como música clásica, culta, selecta, docta, etc.) cuando es estudiada en cualquier escuela, ya sea en Europa o América (supongo que también en otros continentes donde existan instituciones con estas características) uno de los rasgos que la identifica y la hace más atractiva es que muestra una clara línea evolutiva. Y utilizo este último término específicamente en sus acepciones segunda y séptima del diccionario de la Real Academia de la Lengua, es decir:
2 – Desarrollo de las cosas o de los organismos, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro y
7 – Desarrollo o transformación de las ideas o de las teorías.

Este desarrollo en ascenso puede notarse en todos los parámetros musicales, pero en mi opinión, el que más claro – y gradual – lo define es la armonía, entendiéndola no solo como la “conciliación” entre los distintos sonidos que se emiten de manera simultánea, sino como arcilla fundamental en la estructuración y elaboración de las ideas musicales. Una escucha atenta de cualquier aficionado medio a algunas obras libremente seleccionadas desde la monodia cristiana – el canto gregoriano – hasta finales del siglo XIX ilustraría lo que estoy planteando de manera objetiva. Por supuesto que si se quiere profundizar más en este análisis es mucho más efectivo hacerlo a través de los procesos composicionales que caracterizan a cada período de la historia de la música occidental, mas para ello no basta con ser un apasionado de esta expresión artística; pero bueno, ya eso es harina de otro costal. Historia de la música occidental

Adonde quiero llegar con esto es a lo sumamente llamativo que es el hecho de que a medida que esta evolución musical se fue expandiendo – desde el círculo cerrado de los monasterios hasta los grandes teatros del siglo XIX y principios del XX – la afluencia del público fue creciendo directamente proporcional a ese movimiento progresivo. Para decirlo claramente, el desarrollo – y por supuesto el aumento del nivel de complejidad en la creación – de los procedimientos composicionales lejos de distanciar al oyente, lo atrajo y lo sumó en cantidades considerables.

Una bifurcación en el último tramo de la historia de la música occidental

Partiendo de esta premisa podríamos afirmar que la historia de la música occidental al entrar en el siglo XX sufrió un especie de fractura traumática en forma de bifurcación que se sitúa en los dos extremos opuestos de el propio carril por el cual había transitado durante varias centurias.

Una de las partes en que queda dividida dicha historia de la música occidental se va a centrar en la búsqueda constante de nuevas formas de abordar la creación musical – agrupadas en los distintos “ismos” innovadores e irreverentes con los cánones establecidos que caracterizó a todo el siglo – y que va a experimentar exactamente lo contrario a lo sucedido con la larga tradición que le precede: el público se irá distanciando cada vez más de ella, tal vez por su alto grado de complejidad y de propuestas, en su mayoría apoyadas más en el intelecto y en los conceptos que en lo estrictamente musical.

La otra parte se va a transformar en una especie de “hijo ilegítimo”, salido de las sombras de un pasado que nunca lo vio con buenos ojos, pero que en el comienzo de la nueva centuria – con el advenimiento de la radio y los medios de difusión masiva – va a alcanzar un protagonismo inesperado: la música popular urbana. Su nueva y desenfadada forma de crear – interpretar e incluso bailar – la música, con sus múltiples rostros ha tenido desde su aparición en la escena social una rara evolución que curiosamente ha ido, no solo en la dirección contraria de su antítesis, sino que se ha comportado de manera inversamente proporcional – en todos los sentidos – a ella. Esta vertiente de la historia de la música occidental – no hay que olvidar que desciende y se escinde de ella, guste o no – en su versión mas estandarizada y comercial – específicamente en el mundo anglosajón – ha seguido una trayectoria bastante curiosa ya que con el paso del tiempo – de forma general, pues siempre hay grandes excepciones – ha ido simplificándose cada vez más de manera notable (un recorrido desde Cole Porter a David Guetta validaría lo dicho) y a su vez, con el desarrollo de los avances tecnológicos, su popularidad es exponencialmente mayor que su contrapartida y su origen. En fin, otra de las tantas facetas de la caprichosa e impredecible interacción de la historia de la música occidental con la sociedad moderna.

No comments:

Post a Comment