Friday, November 28, 2014

La toma de “La Fama” por los ingleses

    Un colega madrileño me confesó sentir disgusto cuando leyó en cierto blog un artículo con loas desmedidas sobre el espectáculo musical de las pasadas Olimpiadas de Londres y a su vez ponía en duda qué podría hacer España en una situación similar.




Yo le dije que eso era pura palabrería porque la tradición musical de la Península Ibérica, desde Tomás Luis de Victoria –pasando por Manuel de Falla– hasta el flamenco, no tenía absolutamente nada que envidiarle a Inglaterra. Entonces reflexioné sobre la presencia tan fuerte e influyente que tiene en la actual música urbana a nivel internacional el tándem anglosajón, básicamente Estados Unidos – Gran Bretaña.

Es interesante que dos países emparentados por la relación metrópolis–colonia, con menos protagonismo musical desde el punto de vista histórico respecto a Europa –ya sea por la edad en el caso del primero y por su propio devenir cultural en el segundo– se hayan colocado en primera fila en los últimos cincuenta años, específicamente en los géneros musicales con más acometida industrial, léase pop, rock, dance, electrónica, etc.

Antes de continuar voy a aclarar brevemente –para no generar dudas y confusiones– la afirmación que he hecho antes. No es un secreto que Norteamérica, como nación es bastante joven y de ahí su corta – aunque fructífera y notable – tradición musical.

En el caso de Inglaterra, a pesar de su constante empeño en el rescate de compositores antiguos, todos sabemos que en los períodos más importantes de la música occidental –barroco, clásico, romántico, impresionismo, expresionismo y todos los “ismos” del siglo XX– su presencia es poco menos que nula en cuanto a aportes y compositores representativos. Si hacemos un pase rápido de los músicos clásicos más conocidos a todos los niveles no encontraremos ni uno solo que sea inglés: Mozart, Bach, Beethoven, Chopin, Liszt, Wagner, Tchaikovsky, Verdi, Vivaldi, Ravel, Satie, Stravinsky, Brahms, Mahler, y un larguísimo etc.

Ahí están las enciclopedias, las investigaciones y la Historia, no es que lo diga yo. Pero si observamos con detenimiento el “maravilloso” espectáculo musical de las Olimpiadas de marras, no hace falta indagar mucho más, ni ser un especialista para constatar lo que he explicado, pues el mensaje está muy claro: el protagonismo de la música inglesa comienza en los 60. En realidad esos años le ofrecieron una coyuntura más que favorable a los músicos ingleses, que llevaban ya una década imitando el blues y el rock and roll que venía de la antigua colonia.

Pero, ¿quiénes hacían esta música en los Estados Unidos? Ya sé que algunos estarán pensando en Elvis Presley –nadie duda su calidad e importancia indiscutibles– pero lo cierto es que esta música la estaban creando mucho antes los negros americanos. Bueno, tampoco hace falta explicar el trabajo que le costó a la sociedad norteamericana aceptar que sus “jóvenes blancos y decentes” interpretaran y bailaran esa música pervertida, ¿no? Solo hay que ver las caras de las chicas de este video – reprimiendo toda simpatía– para entender lo que he dicho.

Es ese el momento en el que Gran Bretaña se monta al carro del éxito y nada mejor que un cuarteto británico – con muy buenas canciones, por cierto – con trajes y pajaritas, bien peinados y mostrando que el rock and roll también lo hacen los “blancos decentes de Inglaterra” para cambiar las reglas del juego.

De ahí en adelante la avalancha de grupos ingleses que llegó a Estados Unidos –y al mundo en general a través de la radio y la televisión– fue imparable y creó ese sólido tándem que he mencionado al inicio y que es cada día más fuerte e influyente. Así de simple.

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