- Jesús era un hombre pacífico. Enseñaba que se debía voltear la cara y ofrecer la otra mejilla a aquel que le abofeteara, en lugar de ripostarle. Pero ni siquiera Jesucristo pudo evitar la ira divina frente a la injusticia, la falsedad, la desidia.
- Blas Anaya, Historiador
Experto en Asuntos Cubanos
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Los mercaderes en el Templo
El Templo de Jerusalén, conocido también como Templo de Herodes, era un lugar en cuyo patio a la sazón es estaba siempre repleto de ganado, vendedores de palomas y de tablas de cambistas, que cambiaban las monedas griegas y romanas por monedas judías y tirias, que eran las únicas que podían ser usadas en las ceremonias del Templo.
Jesús vs. ancianos, sacerdotes y escribas judíos
Jesús predicaba enseñanzas que muchas veces contradecían la tradición establecida y mantenida por algunos que a la postre se habían convertido en líderes del pueblo judío. Príncipes, ancianos, sacerdotes y escribas judíos odiaban a Jesús y eran sus peores enemigos.
Los principales judíos no rechazaban a Jesús porque fuera su competidor como mercader o cambista en el Templo, no porque fuera su oponente político ni una amenaza para su poder; lo rechazaban y le perseguían, por su acerba e implacable critica de la falsedad de la doctrina que los ancianos, sacerdotes y escribas judíos defendían o pretendían defender.
No es una ni dos sino infinidad de veces que en los textos bíblicos se deja saber o se da a entender que los judíos estaban muy contrariados por las enseñanzas de Jesús y aun más escandalizados por el hecho de que Jesús proclamara que era el Hijo de Dios y tratara de demostrárselo haciendo obras y milagros que únicamente eran potestad de un Dios.
El episodio de Jesús en el Templo
Jesús era un hombre pacífico. Enseñaba que se debía voltear la cara y ofrecer la otra mejilla a aquel que le abofeteara, en lugar de ripostarle.
Sin embargo, Jesús se molestó tanto ante la lujuria y la ausencia de fe que demostraban los comerciantes y cambistas en el Templo que hizo un látigo con cuerdas y a golpes, hizo salir al ganado y tiró las mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas, derribándolo todo.
Para el propósito del presente escrito es importante destacar que en cada uno de los diferentes relatos de los hechos de ese día se cita a Jesús justificando su proceder con lo dicho por los profetas Isaías “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones” (Isaías 56: 7) y Jeremías “Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones” (Jeremías 7:11).
Como evento histórico la expulsión de los mercaderes del Templo por Jesús aparece relatado por todos los evangelistas (Mateo 21: 12-17, Marcos 11: 15-18, Lucas 19: 45, Juan 2:13-15) y aun ha servido de inspiración para importantes obras artísticas. Asimismo, muchos Historiadores consideran que la expulsión de los mercaderes del Templo es uno de los eventos relacionado con el arresto y la crucifixión de Jesús.
Bueno es reconocer que en la ulterior condena y crucifixión de Jesucristo Poncio Pilatos el representante del ocupante Romano no solo se lavó las manos, es que ni siquiera las había metido dentro de la desidia de los acusadores de Jesús que eran los ancianos, los sacerdotes y los escribas de su propio pueblo.
Colofón
Lo más trágico para nosotros hoy en día es que el templo se agigantó ocupando el mundo entero, los mercaderes y cambistas han regresado a continuar sus negocios desde hace mucho y Jesús no está más aquí porque lo hemos crucificado para mostrarlo a todos en la cruz, colgando de una magnifica cadena pendiente de nuestro cuello, en extraña resemblanza ¿de qué?, ¿del amor por las enseñanzas del Hijo de Dios o sencillamente como muestra de que el redentor no es más que la triste figura de un crucificado?
Moraleja: Ni siquiera Jesucristo pudo evitar la ira divina frente a la injusticia, la falsedad, la desidia.
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