- Es trágico ver fumar a un o una adolescente con uniforme de Secundaria, porque sabemos que, al igual que la marihuana, el consumo precoz de cigarrillos daña el cerebro y reduce en ocho puntos el coeficiente intelectual, lo que se refleja en el rendimiento escolar y laboral futuro. Y ese daño es irreversible.
- Por Yuniel Labacena Romero
Especial para CubaenVivo
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¿Ya el mal está hecho?
Así asevera el psiquiatra y Doctor en Ciencias Ricardo González Menéndez, quien ha dedicado gran parte de su vida al estudio de las adicciones.
Lo afirma sin titubeos, consciente de que «aunque debemos luchar cada vez más por reducir la proporción de fumadores en nuestro país, y sobre todo cuando se trata de alguien que por su perfil laboral conoce las consecuencias del fumar, lo cierto es que se convierte en una empresa muy difícil».
El también Jefe del Servicio de Adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana apuntó que, a diferencia de otras drogas, el tabaco no mata directamente las neuronas, sino que impide que estas se regeneren en el hipocampo cerebral, y que, como destaca el profesor Alberto Quitantes, al hablar del tabaco no solo debemos pensar en los seis millones de personas que mata cada año en el mundo, sino también en las más de 60 enfermedades de mal pronóstico que desencadena.
«Aunque cada caja de cigarrillos consumida cuesta un día de vida y el fumar reduce en 15 años el tiempo por vivir, también es importante la calidad de vida que el fumador y sus familiares, como fumadores pasivos que son, tendrán con las enfermedades o muertes precoces», destacó.
—¿Se puede detener el consumo?
—El «eso no me va a ocurrir a mí» cuando aparece un infarto, solo es cierto si se detiene el consumo. Ello fue destacado diez años atrás por el Ministro de Salud Pública de EE.UU., quien demostró que al año de suspender esta práctica los riesgos de enfermar se reducían a la mitad, y un año más tarde se igualaban a los presentes en no fumadores, aunque lleven más de diez años «quemando salud». Por eso el argumento de «ya el mal está hecho» no es válido para rechazar un tratamiento antitabáquico.
«Por cierto, ha sido Estados Unidos el país desarrollado con mayores logros en la reducción de fumadores en los últimos años, al aplicar dos medidas básicas: el aumento del precio del tabaco y de los espacios sin humo. En mi modesto criterio, en el caso de Cuba la primera medida sería un verdadero desastre, dadas nuestras condiciones económicas; sin embargo, incrementar la exigencia de lo reglamentado en áreas de no fumar, evitaría sufrimientos y muertes a las familias, aunque al inicio parezca una medida sin efectos».
—No pocos aseguran que se fuma en exceso por estrés…
—Esta conducta resulta totalmente inefectiva para el estrés. La nicotina no tiene efecto tranquilizante alguno, pero sí puede generar estrés, bloquear los efectos de medicamentos, favorecer disfunciones sexuales eréctiles y eyaculatorias, así como provocar infertilidad. Otro efecto poco conocido es que una vez establecida la dependencia, los cigarrillos dejan de encenderse para obtener placer, y solo lo hacen para atenuar los síntomas de abstinencia manifestados entre apagar uno y comenzar el otro.
«Existen recursos realmente efectivos y nada peligrosos para combatir el estrés, como los ejercicios físicos y los deportes, el baile, escuchar música o intercambiar chistes, películas o discos de humor, todos con un gran poder para elevar las endorfinas, y combatir por esa vía la reacción fisiológica del organismo».
—¿Pudiéramos decir que existe un fracaso en las acciones comunicativas desarrolladas en Cuba contra el tabaquismo?
—Los resultados de estas acciones son como la gotica de agua, que con el tiempo taladra la más dura roca. Esta es una tarea de todos los sectores sociales y la exigencia de cada uno será el secreto para alcanzar las metas. Esos programas son diseñados por expertos de rango mundial y lo que resulte recomendable se hará.
«Todavía hay mucho que hacer en los espacios televisivos; se deben manejar mejor las imágenes en los spots y otro tipo de producto audiovisual para que realmente logren impactar en las personas, teniendo en cuenta que la industria sabe aprovechar muy bien los recursos visuales y produce envases atractivos de diez cigarrillos así como los «plancha’os», en el caso del ron, que constituyen riesgos de iniciación de adolescentes similares a la venta al menudeo».
—¿Cómo valora esas acciones?
—En realidad soy bastante exigente en estos aspectos, pero en lo referente al tabaco debemos reconocer algunos avances pese al lastre cultural presente desde que los colonizadores vieron a nuestros aborígenes aspirando por el extremo no encendido el tizón llamado tabaco.
«En las campañas se cumple el principio de la información progresiva y se evitan los recursos terroríficos desde el inicio. Insistimos en la información científica, la persuasión o convencimiento e inspiración: “Usted sí puede dejar de fumar”. Es por ello que no se ha recurrido aún a mensajes conmovedores, como está programado en los países más destacados en estos aspectos.
«Es muy probable que próximamente se pase a otras fases más duras, por estar preparado el terreno: imágenes o mensajes escritos en la misma cajetilla, entrevistas inspirativas de triunfadores sobre el tabaquismo, videos de fases terminales de afecciones vinculadas a esta práctica. Aunque insisto, esto no puede hacerse “a lo bestial”, pues los resultados podrían no ser los esperados.
«A esas acciones, para que calen en los comportamientos de la población, les deben suceder de manera científica otras, como el empoderar a los diferentes sectores de la población, pues la educación antitabáquica, igual que la lucha contra el Aedes Aegypti, es tarea permanente de todos».
—¿La no existencia de una Ley antitabaco puede estar incidiendo en la situación de hoy?
—Creo que todos los avances jurídicos y ético-morales son bienvenidos en una lucha que, como esta, tiene que ser mutisectorial, educativa, promocional para estilos de vida sanos, persuasiva y con un respaldo legal para sanciones adecuadas en transgresiones extremas.
«Ello permitirá alcanzar paso a paso una reducción mayor del consumo sin que implique el desastre económico para el más de medio millón de personas que ganan su sustento en los muchos perfiles de trabajo de la actividad tabacalera».
El Doctor González Menéndez recuerda que el enfrentamiento a las drogas hay que hacerlo considerando estas como un sistema interactuante de sustancias legales, de prescripción médica e inhalantes. «Comenzar a preocuparnos por las adicciones que no tienen que ver con sustancias, sino también con otras situaciones: adicción al juego de azar, a las compras, los juegos electrónicos, internet, al sexo y hasta al trabajo cuando se alcanzan niveles que afectan la salud del “consumidor”, sus compañeros o sus familiares.
«También existen drogas portadoras como el café, que como sabemos, es bueno para la salud humana, por su contenido de antioxidantes, cuando no pasa de tres tazas diarias y se realiza el último consumo antes de las cinco de la tarde. No podemos perder de vista que si se transgrede esta pauta se puede convertir en un factor de riesgo ante otras adicciones como el tabaco, el alcohol, la marihuana y medicamentos tomados con fines no médicos.
«Hay que comenzar por recomendarle a la abuelita que no es bueno acostumbrar a un niño al buchito de café matutino, pues nadie puede predecir cuál será su evolución futura; ni los padres pueden pedirle a un hijo que les encienda los cigarrillos; ni que una madre le ofrezca cerveza fría a su hijo de nueve años por no haber refresco en ese momento; ni nos gustaría que se repitiera el consejo paterno a niños de esa edad, o menos: Beba para que sea hombre».
González Menéndez contó que 70 años atrás vio a un primo muy querido llorar por no tener un cigarrillo que fumar, y su reacción ante aquella trágica escena, que lo sorprendió a los nueve años, fue: «Eso no me va a pasar nunca a mí»; «y creo que ya no me queda mucho tiempo para que me ocurra».
Quizá por ello hoy, después de 40 años como adictólogo, de conocer que mundialmente más de cien millones de seres humanos han vencido el tabaquismo, así como de reconocer los resultados de estudios que aseveran que nunca es tarde para recuperarse y eliminar sus peligros, sugiere a los fumadores que nos honran leyendo este artículo preguntarse:
«¿Si tantos millones de personas han vencido la adicción al tabaco, por qué no busco ayuda profesional? Llame al 103, pregunte cuál es el centro para tabaquismo más cercano a su hogar, y no lo deje para después, pues sin duda alguna usted puede dejar de fumar».
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