Thursday, October 30, 2014

"Pero nosotros no somos cubanos"

    Siempre me ha resultado chocante que haya gente estulta que siga hoy, a casi 16 años del en el poder en Venezuela, repitiendo la necia frasecita que aquí sirve de título: "Pero nosotros no somos cubanos"




[caption id="attachment_2564" align="alignright" width="400"]Vigilante el viejo chulo de Venezuela. Vigilante el viejo chulo de Venezuela.[/caption]

La escuché por allá en 1994, cuando Hugo Chávez fue "visteado" por el gran chulo Fidel Castro y se dio cuenta que aquel milico ambicioso, sin principios éticos y con innegables capacidades histriónicas, era perfecto para ser captado y hacer de él el vehículo para lograr su sueño que no fue nunca otro sino adueñarse de Venezuela, de sus recursos, de su pueblo manso… No había que preocuparse, "nosotros no somos cubanos", me dijeron.

Venía ya Castro observando el deterioro moral de Venezuela. Venía constatando que a 30 años (enero de 1989) de haber tomado el poder en Cuba e instaurado una sangrienta tiranía, encontraba 911 marionetas firmantes (habían muchísimas más) dispuestas a hacerle una loa pública que iniciaban con este cursi "rastracuerismo": “Nosotros, intelectuales y artistas venezolanos al saludar su visita a nuestro país, queremos expresarle públicamente nuestro respeto hacia lo que usted, como conductor fundamental de la Revolución Cubana, ha logrado en favor de la dignidad de su pueblo y, en consecuencia, de toda América Latina.

En esta hora dramática del Continente, sólo la ceguera ideológica puede negar el lugar que ocupa el proceso que usted representa en la historia de la liberación de nuestros pueblos”.

No eran muchachitos confundidos, eran todos mayores de edad y por tanto hay que pedirles cuenta de por qué consideraban dictadores a Videla, a Pinochet (que lo fueron realmente) mientras que a este sátrapa con tres décadas en el poder para la fecha y habiendo fusilado a cientos de cubanos, encarcelado a miles y obligado al destierro a millones le manifestaban sin rubor: “Hace treinta años vino usted a Venezuela, inmediatamente después de una victoria ejemplar sobre la tiranía, la corrupción y el vasallaje.

Entonces fue recibido por nuestro pueblo como sólo se agasaja a un héroe que encarna y simboliza el ideal colectivo. Hoy, desde el seno de ese mismo pueblo, afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa independiente y solidaria.”

Con esto es fácil entender que tras haber intentado Chávez dar dos golpes de Estado en el año 1992, a Castro se le activó la gula y cuidando las formas por aquello del "por si acaso", previo a mandarle una carta a Carlos Andrés Pérez condenando las tentativas del milico, se dedicó a seguirle el hacer y cuando lo consideró posible y conveniente –diciembre de 1994- le dio honores de jefe de Estado al recibirlo en Cuba.

Llegó pues con su liqui liqui de poliéster de lo más “elegante y refinado”, que podía lucir para la época aquel ambicioso militar golpista, llegó libre de delitos ya que Caldera jamás lo juzgó por el fallido golpe ni por las decenas de muertos que cobró, llegó deslumbrado por aquel zafio que sabía muy bien cómo hacerle la boca agua mostrándole el sabor del poder…

Llegó y en la Universidad de La Habana adelantó claramente lo que haría si lograba el poder. Castro había aprendido mucho de los fracasos en Granada, Chile, Nicaragua y Africa... El plan lo tenía perfeccionado a punta de ensayo y error, sólo faltaba el comodín. Y le llegó con aquel coplero hábil y calculador que también le dio a probar el anhelado bocado. Le dijo: "Venezuela tiene inmensos recursos energéticos, por ejemplo, ningún país del Caribe o latinoamericano, debería importarle combustible a Europa, por qué si Latinoamérica tiene entre ellos a Venezuela, con inmensos recursos energéticos, por qué Venezuela va a seguir exportándole a los países desarrollados 2.5 millones de petróleo crudo al día…”

De allí hasta aquí es historia viva. Castro se cogió a Venezuela. Desapareció la mucha o poca dignidad que podía tener el estamento militar… Puso a los llamados opositores políticos y a sus líderes a ver con naturalidad que caminábamos hacia una tiranía maquillada pero igual y que el asunto era convivir y ver qué daban a cambio. Llegó el comunismo con su estela de muerte y ruina, pero realmente para qué preocuparnos ¡Nosotros no somos cubanos! Y en verdad no lo somos, a ellos los esclavizó un connacional que llegó matando, a nosotros unos chulos extranjeros sin disparar un tiro...

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