Thursday, October 16, 2014

Antes que el New York Times publicara el anuncio de los Castro

    “El tipo de civilidad que es reconocido en todo el mundo como la dignidad básica -la libertad de hablar y asociarse, para elegir a los dirigentes de uno, para vivir sin temor a los servicios de seguridad del régimen- no está en la mente del señor Castro.” The Washington Post


    Editorial de Polioro.Com (Publicado por primera vez el 13 de Agosto del 2013)
    Servicios de Información LinCu


[caption id="attachment_1855" align="alignright" width="550"]Para el Segundon Dictatador los derechos humanos son cuento. Para el Segundon Dictatador los derechos humanos son cuento Autores Adan-Cuvi[/caption]

Palabras vacías de Raúl Castro sobre civilidad en Cuba es el título del Editorial del Washington Post del 12 de Agosto, la víspera del cumpleaños Fidel Castro, quien figura como Padrino y máximo jerarca del Clan Castro, cuyas decisiones son en realidad tomadas por dos bandos separados en La Habana, los tres hijos del anciano dictador con Dalia por un lado y su tío Raúl Castro, quien detenta la jefatura nominal del Clan, por el otro bando.

Después de recordar en una breve cita que hace apenas un mes el hermano menor de Castro -ellos le llaman Presidente de Cuba Raúl Castro- lamentó la desaparición de la cultura y la civilidad cubanas y arremetió contra el mal comportamiento ciudadano, desde la construcción de casas sin permisos, pasando por gritos e insultos en las calles, hasta burlar el pago del pasaje del autobús y la pintura de grafittis en las paredes de la ciudad. “Vivir en sociedad implica, en primer lugar, la aceptación de normas que preserven el respeto por la decencia y los derechos de los demás”, cita el Post que declaró el cabecilla cubano.

“¿Los derechos de los demás? ¿Civilidad?“, se pregunta el Washington Post, para luego asegurar que “El tipo de civilidad que es reconocido en todo el mundo como la dignidad básica -la libertad de hablar y asociarse, para elegir a los dirigentes de uno, para vivir sin temor a los servicios de seguridad del régimen- no está en la mente del señor Castro. Su régimen sigue amenazando y persiguiendo a aquellos que se atreven a cuestionar su legitimidad.”

En este artículo el Consejo Editorial del Post le acertó al castrismo en el diez de la diana; y sin preámbulos ni entuertos periodiqueros, con valentía, le ha espetado en pleno pecho el golpe demoledor de la verdad aplastante al régimen totalitario de Cuba. El prominente diario americano a continuación le relata al público de los Estados Unidos -a menudo desinformado sobre el cubano de a pie- la represión contra las archiconocidas Ladies in White para los americanos.

“Siete días después de que el señor Castro pronunciara estas palabras, -recuerda el Post-, el grupo de la sociedad civil Damas de Blanco realizó una marcha por la libertad y los derechos humanos en Cárdenas, en la provincia de Matanzas. Han hecho esto antes, en otros domingos, en otras ciudades. Un grupo de partidarios del gobierno cubano interrumpió por la fuerza la marcha y procedió a golpear y hostigar a las miembros del grupo, que fue fundado por las esposas, madres, hermanas e hijas de 75 presos políticos que fueron encarcelados durante la represión de hace una década, en la llamada Primavera Negra. El ataque fue el más reciente acoso e intimidación a disidentes cubanos.

Pero los editores del Washington Post saben también que el finish coronat opus y así lo demostraron en su breve pero contundente editorial regocijándose primero porque Samantha Power, la embajadora de los Estados Unidos ante la ONU, le pidiera a los oficiales cubanos realizar una investigación creíble sobre la muerte Oswaldo Payá y de Harold Cepero, líderes del opositor Movimiento Cristiano de Liberación, y una demanda similar provino del Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Robert Menéndez.

Y segundo, porque le ha recordado al régimen dictatorial cubano que el Post tiene una información que genera la razonable duda en relación con los eventos que condujeron a la muerte de los opositores cubanos narrados a ellos por uno de sus protagonistas, Ángel Carromero, el joven político español envuelto en el incidente.

“Tal vez es demasiado sugerir que el señor Castro podría permitir una investigación verdadera sobre estas muertes trágicas, no importa a dónde conduzca. Eso sería verdaderamente civil.” -termina declarando el Editorial del Washington Post.

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